Cambio climático
Lideramos la lucha contra el cambio climático
En el Grupo Iberdrola estamos comprometidos con un modelo energético descarbonizado y sostenible, caminando hacia un futuro de cero emisiones.
El sector eléctrico juega un papel clave en el logro del propósito fijado por el histórico Acuerdo de París para limitar el aumento de la temperatura del planeta a 1,5 ºC y atajar la emergencia climática. El grupo Iberdrola, referente mundial en la lucha contra el cambio climático —objetivo 13 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)— y activo participante de las diferentes Cumbres Climáticas, está plenamente alineado con este pacto internacional y la transición energética.
En Iberdrola, estamos sumamente comprometidos a seguir liderando el camino hacia un futuro con cero emisiones, habiéndonos fijado el objetivo de alcanzar la neutralidad de emisiones en nuestras centrales de generación, distribución eléctrica y consumos propios a 2030 (alcances 1 y 2) y alcanzar cero emisiones netas en todas nuestras actividades antes de 2040. Una convencida apuesta por actuar hoy para proteger el planeta de mañana.
¿Qué es el cambio climático?
El cambio climático se refiere a la alteración del clima atribuible directa o indirectamente a la actividad humana. Los gases de efecto invernadero se acumulan en la atmósfera y retienen calor, incrementado el efecto invernadero y contribuyendo a un aumento de la temperatura global del planeta.
Este cambio del clima se superpone a la variabilidad natural observable en periodos de tiempo equivalentes, y se relaciona, a su vez, con otros cambios en el sistema terrestre (deshielo, subida del nivel del mar, etc.).
Objetivos más ambiciosos para acelerar la transición energética
Iberdrola comenzó una profunda transformación de su modelo de negocio hace más de 20 años, cuando apostó por un modelo energético sostenible, seguro, competitivo, que permitiera afrontar la lucha contra el cambio climático mundial. En línea con las medidas adoptadas en el Acuerdo de París, el grupo quiere contribuir activa y decididamente a un futuro más sostenible y con cero emisiones. Un esfuerzo que también impulsará la creación de valor sostenible y que se asienta en el compromiso de asegurar una contribución positiva para la naturaleza y la sociedad, contribuyendo al desarrollo social y económico a través de la generación de empleo y riqueza.
En su compromiso con el Acuerdo de París y la transición energética, el Plan de Acción Climática de Iberdrola establece una ambiciosa hoja de ruta con el objetivo de lograr en 2030 la neutralidad para las emisiones de carbono equivalente de alcances 1 y 2 y cero emisiones netas de CO2 equivalentes antes de 2040 para todos los alcances, incluyendo el alcance 3. El plan define también las palancas y acciones asociadas que, a su vez, contribuyen a la descarbonización del conjunto de la economía, así como los valores, herramientas e indicadores sobre los que se asienta su consecución.
Para la consecución del compromiso de reducción de emisiones, Iberdrola seguirá impulsando y liderando un modelo de negocio y un plan inversor plenamente integrados en un futuro descarbonizado. La compañía avanza en su plan de inversión y consolida su modelo de negocio, basado en más energías renovables, más redes, más almacenamiento y más soluciones inteligentes para los clientes.
Principales elementos del Plan de acción climática
Objetivos
- 2030
Neutralidad en emisiones alcances 1 y 2
Directas (generación propia y otras) e indirectas de pérdidas de redes eléctricas y consumos propios
- <2040
Cero emisiones netas en todos los alcances, incluyendo el 3
Alcances 1, 2 y 3 (resto de emisiones indirectas sobre las que el Grupo no posee el control o influencia directa (ej. venta de gas, compra de electricidad para venta a cliente final, generación de electricidad para terceros, proveedores)
Palancas
-
100 % Renovables
Toda la energía 100 % cero emisiones
-
100 % Redes Inteligentes
Redes más robustas y 100 % digitalizadas
-
Compras verdes
Energía 100 % verde
Proveedores - Proyectos de reducción conjunta de emisiones y uso de productos “verdes”
-
Soluciones verdes a clientes
Oferta de productos y soluciones verdes (electrificación, H2 verde)
Alianzas en tecnologías verdes y descarbonizadas
Valores
-
Positivo para la sociedad
Economía, industria y empleo
Transición inclusiva
Acceso universal a energía competitiva
-
Positivo para la naturaleza
Impacto neto positivo en biodiversidad en 2030
Modelo de economía circular
Herramientas
- Gobernanza climática
- Estrategia y gestión de riesgos y oportunidades
- Innovación tecnológica y de negocio
- Alianzas y colaboración
- Financiación verde
Iberdrola ha aprobado objetivos de reducción de emisiones basados en la ciencia a corto y largo plazo con SBTi.
SBTi ha verificado el objetivo basado en la ciencia de cero emisiones netas de Iberdrola para 2039.
Nota: Los objetivos están expresados en CO2eq (dióxido de carbono equivalente).
VER INFOGRAFÍA: Principales elementos del Plan de Acción Climática [PDF]
"La crisis actual ha reafirmado aún más la necesidad de acelerar la electrificación con renovables y redes eléctricas para lograr la plena descarbonización y también la autosuficiencia energética. Después de 20 años de trayectoria, el Plan de Acción Climática supone un nuevo impulso al compromiso de Iberdrola por las emisiones netas nulas como medio para preservar el medio ambiente y generar empleo y desarrollo industrial. La próxima década será crucial si queremos alcanzar los objetivos climáticos y proteger la biodiversidad, y todos debemos trabajar juntos desde hoy mismo para conseguirlos."
Ignacio S. Galán
Presidente de Iberdrola
Iberdrola, a la cabeza en reducción de emisiones
Desde Iberdrola nos comprometemos con un futuro sostenible para todos.
Políticas climáticas y alianzas
Somos muy activos en el debate sobre la política climática mundial y regional, participando activamente en los principales hitos de la agenda climática mundial.
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Toda la información sobre el cambio climático
¿Qué saber acerca del calentamiento global?
El calentamiento global constituye la mayor amenaza ambiental a la que nos enfrentamos y, tal y como advierte el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, "es el reto que marcará nuestra época". Los datos científicos constatan que sus efectos derivados se están produciendo a una velocidad sin precedentes y con consecuencias evidentes. Los últimos ocho años (2015-2022) han sido los más cálidos de los que se tiene constancia, según la Organización Metereológica Mundial. Se estima que en 2022, la temperatura media mundial superó en aproximadamente 1,15 °C (de 1,02 a 1,27) los niveles preindustriales (1850-1900). El reloj no para, por lo que si no se actúa de manera inmediata la situación será irreversible.
Las soluciones frente al calentamiento global exigen una respuesta coordinada por parte de todos los países del mundo, para tratar de revertir sus principales impactos (el aumento del nivel del mar, la subida de las temperaturas medias y extremas o el deshielo de los polos). Sobre esto, casi 200 países acordaron, con la firma del Acuerdo de París, establecer objetivos de reducción de emisiones para mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales1, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento a 1,5 °C, lo que implicaría alcanzar emisiones netas nulas en 2050. Como parte de este compromiso, la Unión Europea se ha comprometido a reducir a cero las emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050.
¿Cuál es el origen del cambio climático?
La industrialización ha provocado que la concentración de los gases de efecto invernadero (como el dióxido de carbono o el metano) que se encuentran en la atmosfera y contribuyen a retener calor para que nuestro planeta sea habitable, haya aumentado de manera exponencial desde comienzos del siglo pasado, cuando, sin la actuación humana, la naturaleza se encargaba de equilibrar las emisiones. Al aumentar estos gases como consecuencia de la actividad humana, principalmente, a causa del incremento en la quema de combustibles fósiles, se aumenta la cantidad de radiación infrarroja acumulada por la tierra que contribuye a aumentar el efecto invernadero, y por tanto aumenta la temperatura de todo el planeta, lo cual se relaciona con otros cambios en el sistema terrestre. Esta alteración climática actual de origen antropogénico es lo que se conoce como "el cambio climático".
Aunque existen importantes disparidades entre países derivadas de su contribución pasada y futura a las emisiones de GEIs, todos vamos a sufrir las consecuencias y se requiere una actuación coordinada a nivel global. Descubre los países más amenazados y vulnerables por el cambio climático.
¿Qué papel juegan los gases de efecto invernadero en el cambio climático?
La influencia humana en el sistema climático es clara. Nuestra acción genera gases de efecto invernadero (GEI) que se concentran en la atmósfera y retienen calor, incrementado lo que se conoce como efecto invernadero y contribuyendo a un aumento de las temperaturas del planeta, con un efecto que puede durar muchos milenios antes de que los procesos naturales los eliminen de la atmósfera. Aunque la mayoría de los GEI son de origen natural y, sin ellos la vida tal como la conocemos no sería posible ya que el planeta sería demasiado frío (sería unos 30 °C más baja), la industrialización ha provocado un aumento exponencial de la concentración de estos gases desde comienzos del siglo pasado.
El dióxido de carbono (CO2) es uno de esos GEI producidos principalmente por la actividad humana y es responsable del 63 % del calentamiento global causado por el hombre, siendo los otros gases emitidos el metano, el óxido nitroso y los gases fluorados. Los niveles de CO2 superaron las 418 partes por millón en 2022, por encima de los niveles observados en al menos, los últimos 800.000 años y por encima de los niveles de concentración con los que ha convivido el hombre.
El clima futuro dependerá del calentamiento asegurado a raíz de emisiones antropogénicas de GEIs pasadas, así como de emisiones futuras y de la variabilidad climática natural. Por tanto, es necesario estabilizar las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero a un nivel que evite interferencias peligrosas con el sistema climático. Para ello es necesario actuar sobre el modelo energético actual basado en el uso de combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo), cuya combustión genera grandes cantidades de GEI y ha sido una de las causas principales del cambio climático. Dos tercios de las emisiones globales de GEI se deben a la producción de energía para el consumo eléctrico, el transporte, la calefacción y la industria.
¿Qué es el efecto invernadero?
El término "efecto invernadero" se refiere a la retención del calor del Sol en la Tierra por parte de una capa de gases en la atmósfera. Sin ellos la vida tal como la conocemos no sería posible, ya que el planeta sería demasiado frío (sería unos 30 °C más baja). La mayor parte de los gases de efecto invernadero se generan de forma natural. Sin embargo, la industrialización ha provocado que la emisión y concentración de estos gases haya aumentado de manera exponencial desde comienzos del siglo pasado, cuando, sin la actuación humana, la naturaleza se encargaba de equilibrar las emisiones. Al aumentar estos gases se aumenta la cantidad de radiación infrarroja acumulada por la tierra y por tanto se produce el calentamiento global.
El dióxido de carbono (CO2) es el gas que más producimos y, por lo tanto, el responsable de la mayor parte del calentamiento (por el gran volumen de emisiones que representa y su alto nivel de permanencia en la atmósfera), aunque hay otros gases que emitimos en menor cantidad, pero que pueden ser mucho más potentes a la hora de contribuir al efecto invernadero. Son el metano, el óxido nitroso y los gases fluorados. Además, también emitimos una serie de gases precursores que una vez liberados en la atmósfera forman sustancias que contribuyen al efecto invernadero, como, por ejemplo, el ozono troposférico (O3), así como aerosoles como el carbono negro (hollín), que pueden tener un efecto de enfriamiento o calentamiento.
¿Cuáles son las consecuencias del cambio climático?
La evidencia científica constata que el calentamiento y sus efectos derivados (ej. deshielo, aumento del nivel del mar o modificación en los patrones de eventos extremos como olas de calor, huracanes o lluvias torrenciales) se están produciendo a una velocidad sin precedentes. Estos cambios afectan en gran medida el bienestar humano y todos los sectores de actividad, tanto de forma directa como indirecta, a través de sus impactos en los ecosistemas naturales y los sistemas socio-económicos. Así, se prevé la extinción de animales y plantas, ya que los hábitats cambiarán tan rápido que muchas especies serán incapaces de adaptarse a tiempo.
Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que la salud de millones de personas podría verse amenazada por el aumento de enfermedades infecciosas sensibles al clima como la malaria o el dengue, la desnutrición y las enfermedades transmitidas por el agua. Pero, los riesgos se distribuyen de forma dispar y son generalmente mayores para las personas y comunidades desfavorecidas, haciendo que aumenten las diferencias entre países desarrollados y en vías de desarrollo y se agraven problemas asociados a las migraciones y conflictos sociales. En definitiva, estamos ante una emergencia climática de graves consecuencias económicas y sociales. Y si no actuamos y no tomamos medidas serias, rápidas y contundentes ya, la situación será irreversible.
¿Cómo afecta el cambio climático a la biodiversidad?
El informe de referencia de Naciones Unidas sobre biodiversidad, publicado por la Plataforma Intergubernamental sobre la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos (IPBES) en 2019, alerta del deterioro sin precedentes que la acción humana está causando a la naturaleza. El cambio climático afecta a numerosos aspectos de la biodiversidad que incluyen la distribución de las especies, la fenología, la dinámica de las poblaciones, la estructura de las comunidades y la función ecosistémica. Estos impactos se suman a los efectos de otras presiones humanas sobre los ecosistemas (destrucción de hábitats, contaminación, sobreexplotación, especies invasoras), que ya están afectando a su vulnerabilidad. Ello supone una pérdida de calidad de los bienes y servicios que proporcionan los ecosistemas y que actúan como soporte vital de actividad humana (agua, alimento, medicina, control de patógenos, etc.).
Según este estudio, el 47 % de los mamíferos terrestres en peligro de extinción, excluidos los murciélagos, y un 23 % de las aves en peligro de extinción ya se han visto afectados negativamente por el cambio climático en al menos parte de su distribución. Además, el cambio climático ha acelerado la desaparición de la cubierta de coral vivo en los arrecifes de coral (proceso de "blanqueo" de los mismos), habiendo desaparecido aproximadamente la mitad de la cubierta desde el decenio de 1870. Se destaca que el impacto del cambio climático será cada vez mayor, empeorando el estado de los ecosistemas, en algunos casos, de manera exponencial con el calentamiento global incremental.
¿Cuándo fue la primera cumbre sobre cambio climático?
Han pasado ya casi 30 años desde la primera conferencia del clima, conocidas como COP. Las siglas corresponden a Conferencia de las Partes (Conference of Parties), entendiendo por partes a los Estados, unos 200, que han suscrito la Convención Marco de las Naciones Unidas contra el Cambio Climático (CMNUCC). El antecedente se encuentra en la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992, donde el mundo tomó conciencia de la existencia del cambio climático, tras los datos aportados por el Panel de Expertos de Cambio Climático (IPCC). En Río, 195 países firmaron la Convención Marco que entró en vigor en 1994. Al año siguiente, en 1995, se celebró en Berlín la primera COP. Era el inicio de un encuentro global que se repetiría anualmente para agrupar a los líderes mundiales, con el objetivo de tomar decisiones para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y así frenar el cambio climático.
No fue hasta la COP21 de 2015, cuando surgiría un tratado global, el Acuerdo de París, ratificado por 195 países. Allí, se fijó como objetivo común mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2 grados centígrados, al tiempo que se mantienen los esfuerzos para no sobrepasar los 1,5 grados de subida. El próximo hito en el horizonte es la COP29 de Bakú (Azerbaiyán), donde desde Iberdrola seguiremos impulsando una aceleración de la ambición climática.
Acciones para hacer frente al cambio climático
El cambio climático es el mayor reto al que se enfrenta la humanidad y su solución pasa por la acción conjunta de todos los agentes, siendo decisivas las acciones de mitigación y adaptación que tomemos en los próximos años. Los gobiernos deben adoptar medidas y alcanzar compromisos ambiciosos en cuanto a mitigación de emisiones y adaptación a sus impactos. El sector privado debe materializar los acuerdos multilaterales entre gobiernos y facilitar la financiación necesaria para cumplir con los objetivos.
Los diferentes sectores económicos deben participar en estos esfuerzos. Por ejemplo, en el energético debemos avanzar en el proceso de descarbonización mediante el impulso de las energías renovables, la reducción del uso de combustibles fósiles, la promoción de la eficiencia energética y un uso de la energía racionalizado, y el fomento de la sostenibilidad del transporte (movilidad sostenible). Y los ciudadanos debemos adoptar gestos, acciones y decisiones para luchar contra el calentamiento global y proteger el medioambiente en el día a día. Entre las acciones para disminuir el cambio climático están: el compromiso (personas que exijan acción política a los gobiernos); participación (individuos que contribuyan a la sostenibilidad de sus comunidades); hábitos saludables (caminar, montar en bici, usar el transporte público, realizar un consumo responsable...); conciencia ecológica (sociedades que amen y respeten la naturaleza); eficiencia e innovación (personas que prioricen el ahorro energético y el uso de las energías renovables).
Penalizar el greenwashing y la desinformación
El sector privado tiene un papel muy importante a la hora de frenar el cambio climático, y es responsabilidad de los ciudadanos concienciados apoyar la actividad de aquellos grupos que demuestren estar realmente comprometidos con sus mismos valores. Por eso es importante detectar y denunciar posibles prácticas de greenwashing: comunicaciones o campañas de marketing engañosas que hacen creer a los consumidores que una marca actúa frente al cambio climático cuando no es así, con el único objetivo de atraer a los clientes sensibilizados. Esta práctica, cada vez más extendida, es muy perjudicial tanto para el planeta como para aquellas compañías que sí invierten recursos en transitar hacia un nuevo modelo sostenible.
¿Qué papel juega el sector energético en la lucha contra el cambio climático?
El modelo energético actual basado en el uso de combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo), cuya combustión genera grandes cantidades de GEI, ha sido una de las causas principales del cambio climático. Dos tercios de las emisiones globales de GEI se deben a la producción de energía para el consumo eléctrico, el transporte, la calefacción y la industria. Lograr los objetivos climáticos pasa por una estrategia basada en la descarbonización de la generación eléctrica con renovables, la eficiencia energética y la electrificación de otros usos energéticos. Las energías renovables en el sector eléctrico son opciones competitivas con otras fuentes de generación convencionales.
El desarrollo tecnológico está llegando también a usos energéticos finales, como el transporte y la edificación haciendo posibles soluciones competitivas basadas en la electricidad. Así, el transporte es responsable de un cuarto de las emisiones de CO2 a nivel mundial y de la mayor parte de la contaminación de las ciudades. Una vía muy efectiva para solucionar ambos problemas, que tienen un origen común, es electrificar el transporte mediante el vehículo eléctrico, consiguiendo un mayor aprovechamiento de la energía debido a la mayor eficiencia de éste. Esto es así, porque la movilidad eléctrica es cada vez más una solución competitiva (de hecho, en muy pocos años se alcanzará la paridad de costes del vehículo eléctrico y los vehículos convencionales). En esta transformación las redes eléctricas desempeñaran un papel fundamental para facilitar la penetración de renovables y la electrificación de la economía.
¿Cómo combatir el cambio climático en nuestro día a día? ¿Cuáles son las mejores formas?
Hay muchas acciones que puedes incorporar a tu día a día para contribuir a rebajar el impacto climático y ambiental. Lo importante es integrar el cambio climático como un criterio de decisión más en el día a día (junto a consideraciones de tipo económico, salud, etc.). Caminar, ir en bici o usar el transporte público para trasladarse es una buena medida para evitar la emisión de CO2 a la atmósfera y si tienes que usar un vehículo privado apostar por uno eléctrico.
También puedes tratar de reducir el uso de combustibles fósiles en casa, electrificando consumos (ej. bomba de calor en lugar de caldera) o usando energías renovables (aerotermia, geotermia, solar termodinámica), a la vez que tratas de mejorar la eficiencia energética en el hogar: usa bombillas de bajo consumo, revisa las ventanas, mantén al día el mantenimiento de la caldera, haz un uso eficiente de la calefacción y cuida tus hábitos diarios. Otras formas de combatir el calentamiento global pasan por un consumo e inversión responsable y la minimización de los residuos, apostando por el reciclaje y la reutilización. Reciclar en casa es fundamental para ayudar a frenar el cambio climático.
¿Qué es la huella de carbono y cómo afecta al cambio climático?
La huella de carbono es la medida utilizada para medir el impacto que tienen las actividades de los seres humanos en el cambio climático. Se trata de un indicador que calcula la cantidad de gases de efecto invernadero (medidos en unidades de dióxido de carbono equivalente) emitidos a la atmósfera por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, evento o producto.
En un individuo estas emisiones se pueden generar en el transporte, alimentación, hogar, etc. La lucha contra el calentamiento global y sus consecuencias pasan obligatoriamente por reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera y ello conlleva la sustitución de los combustibles fósiles por energía limpia. Existen diversos mecanismos o calculadoras que te ayudan a calcular la huella de carbono.
¿Se da información sobre energía renovable en el colegio?
La lucha contra el cambio climático es un reto de magnitud tal que requiere de la acción de todos los agentes: gobiernos, empresas, ONGs, centros de enseñanza, y ciudadanos en general. Se requieren cambios de comportamiento y demanda social por parte de los ciudadanos presentes y futuros en todas sus facetas. Mediante una mayor presencia de contenidos de cambio climático y sus soluciones en las aulas, se incrementa la concienciación y acción de los más jóvenes.
Es clave que los profesores tengan herramientas para enseñar a los más jóvenes sobre las causas, los impactos y las consecuencias del reto global que constituye el cambio climático, ayudarles a entender la vulnerabilidad de la naturaleza ante la presión humana y comprender el papel que juegan la energía y la movilidad como solución a este reto global, además de fomentar un consumo responsable y eficiente de los recursos.
¿Cuáles son los movimientos civiles contra el cambio climático?
Son numerosos los movimientos ciudadanos que exigen a gobernantes, empresas e instituciones una postura responsable con el futuro del planeta, y una mayor concienciación, sobre todo entre los jóvenes, de lo importante que es cambiar de hábitos. Estos movimientos cada vez adquieren una presencia más destacada en las distintas cumbres climáticas, destacando recientemente la iniciativa promovida por la activista sueca Greta Thunberg, Fridays for Future. Pero se están emprendiendo acciones a todos los niveles y en todo el mundo, no solo por parte de la sociedad civil, sino también a nivel empresarial, financiero, político, etc. Por ejemplo, un creciente número de ciudades (responsables de más del 70 % por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y hogar de más de la mitad de la población mundial) se están movilizando frente al cambio climático mediante políticas específicas. También las empresas y el sector privado se esfuerzan por contribuir al desarrollo de una economía sostenible, siendo numerosas las coaliciones a favor de crecimiento verde y la descarbonización de la economía.
(1) El IPCC (SR15, 2018) utiliza el período de referencia 1850-1900 para representar la temperatura preindustrial.