Movilidad eléctrica

¿Qué es la movilidad eléctrica?

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En un mundo que evoluciona hacia la innovación y la sostenibilidad, la movilidad eléctrica se ha convertido en una solución que no solo redefine la forma en la que nos desplazamos, sino que también desempeña un papel crucial en la reducción de emisiones de carbono y en la construcción de comunidades más sostenibles. Descubre qué es la movilidad eléctrica, su historia, su contribución a la transición energética, su funcionamiento y mucho más.

Movilidad eléctrica
El auge de los coches eléctricos se debe a las amplias ventajas que ofrecen, como el ahorro de carburante y la ausencia de emisiones directas de CO2.

La descarbonización de la economía y la transición energética son un escenario inimaginable si no introducimos cambios relevantes en la forma en la que nos movemos. De acuerdo a la Agencia Internacional de la Energía (International Energy Agency en inglés), el sector del transporte genera más de una tercera parte de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en el mundo.

A medida que los efectos del cambio climático se hacen más evidentes y la conciencia ambiental arraiga socialmente, tanto los gobiernos, como las empresas y los individuos unen fuerzas para adoptar una movilidad sostenible que no comprometa la calidad del aire ni agote los recursos naturales. La electrificación del transporte representa un cambio revolucionario y está redefiniendo nuestra relación con los vehículos.

Movilidad eléctrica, ¿qué es?

La movilidad eléctrica es un término que hace referencia al uso de vehículos que utilizan electricidad para alimentar todo o parte de su motor, proporcionando una alternativa más sostenible a los combustibles fósiles, como la gasolina o el diésel. Hay dos tipos principales de movilidad eléctrica: la puramente eléctrica y la híbrida. 

Actualmente este tipo de movilidad ofrece soluciones para una gran variedad de desplazamientos: desde viajes de corta distancia y con cargas pequeñas (para bicicletas y motocicletas eléctricas) hasta trayectos largos y con carga pesada (con vehículos de transporte público y camiones eléctricos). Con todo, la movilidad eléctrica se ha convertido en la promesa de la movilidad del futuro.

¿Cómo funciona un vehículo eléctrico (VE)

Un vehículo eléctrico opera de forma diferente a un vehículo de combustión interna, ya que utiliza electricidad en lugar de combustibles fósiles para generar movimiento. En su corazón se encuentra una batería recargable que almacena energía en forma química. Cuando el vehículo se conecta a una fuente o punto de carga, la batería acumula esa energía. 

A continuación, un inversor transforma la corriente continua (CC) de la batería en corriente alterna (CA) y la envía a un motor eléctrico. Esta pieza fundamental del vehículo genera movimiento al convertir la energía eléctrica en energía mecánica, impulsando las ruedas del coche. 

Por lo tanto, cuando el conductor presiona el pedal del acelerador, una cantidad de energía eléctrica llega al motor; mientras que, cuando el usuario levanta el pie del acelerador o pisa el freno, el motor eléctrico puede actuar como un generador y convertir parte de la energía cinética del vehículo en electricidad, una energía regenerada que se envía de vuelta a la batería para aumentar la eficiencia y autonomía del vehículo.

Esta electrificación de la movilidad, que permite la independencia de combustibles contaminantes, ofrece diversas ventajas en comparación con los vehículos convencionales.

Ventajas de los vehículos eléctricos

Cada vez hay más modelos de coches eléctricos, más fabricantes y modelos más económicos. Este auge se debe a las amplias ventajas que ofrece este tipo de vehículos, como el ahorro de carburante y la eliminación de las emisiones de CO2. Además, este tipo de automóviles permiten reducir costes al no depender de combustibles fósiles limitados y reducir el mantenimiento necesario para su funcionamiento. Son silenciosos, cómodos y existe un abanico de incentivos económicos y tributarios cada vez mayor para su compra frente a los coches de combustión interna.

Tipos de vehículos eléctricos

Existen dos clases de vehículos eléctricos: los coches totalmente eléctricos, que solo funcionan con batería, y los coches híbridos, que operan a partir de la carga eléctrica y el carburante. Dentro de esta clasificación, encontramos diferentes tipos de automóviles:

Vehículos eléctricos de baterías (BEV)

Estos modelos están completamente impulsados por electricidad. Para poder cargar la batería del coche, como ocurre con cualquier dispositivo eléctrico, es necesario conectarlo a un punto de recarga. Tienen baterías de gran capacidad que almacenan energía eléctrica y alimentan motores eléctricos para generar movimiento. 

Vehículos eléctricos con pila de hidrógeno (FCEV)

Estos vehículos se mueven gracias a fuentes de energía renovable, pero no funcionan con baterías, sino con pilas de hidrógeno. Al contrario de los coches eléctricos convencionales que tienen una batería que almacena la energía, los FCEV tienen una célula de combustible que produce energía en el momento necesario. Esta unidad, que suele ser una pila de hidrógeno, genera la electricidad que mueve al vehículo a través de la electrólisis, una reacción química entre el hidrógeno y el oxígeno. 

Vehículo eléctrico de autonomía extendida (EVER)

Este tipo de coche combina elementos del vehículo eléctrico (VE) y del vehículo híbrido enchufable. Aunque la potencia de propulsión la proporciona, casi en su totalidad, una unidad eléctrica, están equipados de un pequeño motor de combustión interna para generar energía adicional en caso de que sea necesario. Los EVER proporcionan la eficiencia y la reducción de emisiones de un vehículo eléctrico al tiempo que superan las limitaciones de autonomía al utilizar un motor de combustión como respaldo.

Vehículo híbrido enchufable (PHEV)

Los vehículos híbridos enchufables combinan un motor de combustión interna con un motor eléctrico y una batería, que puede ser recargada con una fuente externa de energía o punto de carga. La principal característica de estos modelos es que pueden funcionar tanto en modo eléctrico, utilizando únicamente la energía almacenada en la batería, como en formato híbrido, combinando la potencia del motor de combustión interna con la eléctrica.

Vehículo híbrido (HEV)

Este tipo de vehículos combinan al menos dos fuentes de energía para la propulsión. En general, disponen de un motor de combustión interna convencional (generalmente de gasolina o diésel) con un motor eléctrico. Los vehículos híbridos no enchufables no pueden obtener energía a través de un punto de carga, si no que la producen por sus propios medios al frenar. El motor eléctrico asiste al motor de combustión interna en momentos de alta demanda. Son quizás los más extendidos a día de hoy puesto que sus esquemas mecánicos son más o menos simples y permiten un precio más o menos contenido.

Coches microhíbridos (MHEV)

Los microhíbridos son vehículos térmicos a los que se añade un pequeño sistema de asistencia eléctrica que permite recuperar energía, pero que está conformado por una pequeña batería de 48V. Esta energía sirve bien para respaldar al motor térmico en fases de aceleración, o bien para alimentar el consumo eléctrico de algunos sistemas con el fin de restar aceleración al motor térmico.

Historia del coche eléctrico

El vehículo eléctrico es considerado el automóvil del futuro por su tecnología, cuidado hacia el medio ambiente y ventajas económicas y técnicas. Sin embargo, su aparición no es ni mucho menos novedosa. La historia del coche eléctrico se remonta a hace casi dos siglos, con un nacimiento anterior a los coches de gasolina.

El primer coche eléctrico

La creación del vehículo eléctrico fue el resultado de una suma de avances innovadores y mejoras técnicas. En 1828, el inventor e ingeniero húngaro Ányos Jedlik creó la pieza clave de todas las máquinas eléctricas: el primer motor eléctrico del mundo que más tarde aplicó a un pequeño modelo de coche. A su vez, el herrero estadounidense Thomas Davenport construyó un artefacto similar que rodaba en una pista circular electrificada. El momento clave llega entre 1832 y 1839, cuando el empresario y químico escocés Robert Anderson desarrolló y presentó un prototipo que aportaba una evolución de un carruaje tradicional al moverse gracias a la energía suministrada por celdas eléctricas. Este es considerado el primer coche eléctrico. 

Con el desarrollo de nuevos modelos en años posteriores y la aparición de la batería recargable, el coche eléctrico se convirtió en todo un éxito a principios del siglo XX en las ciudades, especialmente para la clase alta. Aunque después de la Primera Guerra Mundial el coche de combustible empezó a ganar peso, la presencia de los vehículos eléctricos ha resurgido en los últimos años como reacción al cambio climático y debido a los múltiples beneficios que ofrece la movilidad sostenible.

Descubre cómo la movilidad eléctrica ayuda a la transición energética

La lucha contra el cambio climático es uno de los retos más importantes a los que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI y la descarbonización de la economía es una tarea en la que debemos estar todos implicados. Para acelerar el cambio hacia un modelo resiliente y respetuoso con el planeta, es necesario emprender tres principales líneas de actuación:

 Despliegue de energías renovables. 
 Impulso de la innovación tecnológica. 
 Electrificación de la economía, el transporte y la edificación. 

La movilidad eléctrica se convierte así en una pieza esencial para la transformación del modelo. Se trata de una tecnología limpia que ayuda a reducir las emisiones de gases contaminantes y mejora la calidad del aire en las ciudades ya que los vehículos eléctricos no emiten dióxido de carbono ni otros contaminantes. Un efecto aún más positivo si los vehículos eléctricos se nutren de fuentes de energía renovable.

El transporte es el principal sector de consumo de energía y el principal emisor de gases de efecto invernadero en el mundo, por lo que actuar sobre el mismo es tan importante como urgente. Además, la movilidad no es la misma en todos los lugares y depende de diferentes factores como el tamaño de una ciudad o su densidad de población. Acelerar la transición a una movilidad sostenible, eléctrica y adecuada a las circunstancias que la rodean es es el gran reto actual.