Resiliencia
Resiliencia, la clave para afrontar el mundo post coronavirus
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La pandemia de COVID-19 ha dado la vuelta a nuestras vidas y al mundo tal cual lo conocíamos. Si en la II Guerra Mundial el gobierno británico acuñó el lema Keep Calm and Carry On, en esta ocasión la canciller germana Angela Merkel pidió a sus compatriotas "resiliencia" para enfrentarse a la crisis sanitaria y sus derivadas económicas y sociales. A continuación, ofrecemos las claves para entender el concepto y trabajarlo en estos tiempos convulsos tras acabar la pandemia.
La crisis del coronavirus trajo consigo cambios que afectan a todas las áreas de nuestra vida. A nivel personal empezamos a ser conscientes del impacto del confinamiento, una situación excepcional que modificó nuestros hábitos de forma radical e introducido nuevas formas de pasar el tiempo y de entender las relaciones. En lo laboral, con la proliferación del teletrabajo —una tendencia que, en muchos casos, vino para quedarse— el cambio también ha sido considerable. Gestionar estos repentinos cambios y hacerlo de forma adecuada es uno de los mayores retos a los que la sociedad, a nivel mundial, se ha enfrentado desde mediados del siglo pasado.
Qué es la resiliencia
La crisis sanitaria duró más de dos años y sus consecuencias han sido duras tanto a nivel económico como mental para la población.. Para gestionar la incertidumbre y hacer frente a las adversidades entra en juego la resiliencia. Según la American Psychological Association, "la resiliencia es el proceso para adaptarse bien a la adversidad, ya sea un trauma, una tragedia, una amenaza o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares, interpersonales o de salud, o situaciones estresantes a nivel laboral o financiero para salir fortalecido". Piensen, para visualizarlo, en un árbol que soporta estoico las acometidas del viento. El término se toma de la resistencia de los materiales que se doblan sin romperse para volver a su forma original.
La divulgación del concepto de resiliencia se la debemos a Boris Cyrulnik, neurólogo, psiquiatra y psicoanalista francés, que lo extrajo de los escritos del también psicoanalista inglés John Bowlby. Según la Teoría del Apego de este último, los niños que durante etapas tempranas establecen un vínculo afectivo seguro con otra persona serán emocionalmente más fuertes pese a vivir experiencias duras, como crisis o conflictos bélicos. Y son también, según Cyrulnik, más resilientes, tal y como reflejó en su famosa obra Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida.
Consejos para desarrollar la resiliencia
¿La persona resiliente nace o se hace? Adam Grant, profesor de Administración y Psicología en la Universidad de Pensilvania y coautor del libro Opción B: afrontar la adversidad, desarrollar la resiliencia y alcanzar la felicidad junto con Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook, cree en lo segundo: "Hay un conjunto de comportamientos que se pueden aprender de manera natural y que contribuyen a la resiliencia".
Si bien la corriente de la psicología positiva enfoca su labor en cómo desarrollar la resiliencia desde la infancia, existen acciones que permiten a los adultos impulsar esa capacidad de afrontar los contratiempos y salir fortalecidos. En dicha etapa se multiplican los factores que causan estrés, pero la experiencia vital previa y el aprendizaje adquirido en el control de las emociones —aquí entra en juego la inteligencia emocional— son bazas a favor para lograr ser personas más resilientes. Aquí ofrecemos algunos consejos para impulsar tu resiliencia.
Características de una persona resiliente
La resiliencia es un proceso dinámico que engloba multitud de factores: desde sociales —el contexto familiar, el entorno cultural, la situación socioeconómica— hasta físicos —cognitivos, bioquímicos o fisiológicos—. Pero sí hay una serie de atributos comunes entre las personas resilientes. A continuación, repasamos algunos de ellos:
Autoconocimiento y autoconfianza
Conocen sus propias fortalezas y debilidades, lo que les ayuda a ponerse metas, a identificar emociones positivas y negativas y, en definitiva, a creer en sí mismos y superarse.
Empatía y sociabilidad
Tienen la capacidad de entender y de establecer vínculos afectivos con otras personas, creando relaciones saludables que les permiten integrar redes emocionales sanas en las que apoyarse.
Positividad y humor
Un enfoque positivo ayuda a afrontar las situaciones adversas, ya que ante cualquier experiencia el foco se sitúa en el lado bueno. El humor también es un gran aliado.
Flexibilidad
Pese a que tienen muy claros cuáles son sus objetivos y poseen la perseverancia para alcanzarlos, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario.
Tolerancia
Saben controlar el malestar que produce en la mayoría de personas, en forma de tensión o estrés, la frustración o la incertidumbre.
Creatividad
Son capaces de transformar una experiencia dolorosa en algo útil o incluso bello.
Viven en el presente
Tienen el hábito de vivir el aquí y ahora, y poseen una gran capacidad de aceptación. Practican, sea de forma consciente o inconsciente, una técnica como el mindfulness.