Cambio climático, biodiversidad y salud
La lucha contra el cambio climático y sus beneficios en la biodiversidad y la salud
Salud Biodiversidad Acción climática
En un momento en el que el mundo se enfrenta a una crisis sanitaria sin precedentes, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advierte de la importancia de poner en valor el papel protector de la biodiversidad ante el riesgo de enfermedades infecciosas, como la COVID-19, y de no olvidarnos de la crisis climática que se está produciendo en el planeta.
La crisis del coronavirus, que ha provocado miles de muertos, ha paralizado la economía y ha transformado nuestra forma de vida —confinamiento mediante—, ha sido un toque de atención. Urge, por tanto, un cambio de paradigma en nuestra manera de relacionarnos con la naturaleza, que reconozca el importante vínculo existente entre nuestra salud y las amenazas que se derivan del cambio climático y del deterioro de los ecosistemas naturales.
El cambio climático, un multiplicador de riesgos
El Secretario General de la ONU, António Guterres Enlace externo, se abre en ventana nueva., se expresó en ese sentido recientemente y lanzó un llamamiento a "actuar con decisión para proteger nuestro planeta tanto del coronavirus como de la amenaza existencial de las perturbaciones climáticas". También Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), indica que "la humanidad está ejerciendo demasiadas presiones sobre el mundo natural con consecuencias dañinas y la naturaleza nos está enviando un mensaje con la pandemia de coronavirus y la actual crisis climática".
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya definió en 2018 el cambio climático como el mayor desafío para la salud del siglo XXI. Por un lado, considera que amenaza todos los aspectos de la sociedad en que vivimos al tiempo que actúa como multiplicador de otros grandes riesgos globales, como la pérdida de biodiversidad. Su influencia en la salud es evidente y se proyecta que aumentará en paralelo al calentamiento global, tanto de forma directa —exposición a temperaturas elevadas, eventos meteorológicos extremos— como indirecta —impactos en los ecosistemas naturales y sociales de los que depende en última instancia nuestra salud, como el acceso a agua y alimentos—.
El impacto del cambio climático sobre la biodiversidad y la salud
Un ejemplo de esta compleja interacción ha salido a la luz con la COVID-19, que constituye la última de una larga lista de enfermedades infecciosas conocidas como zoonosis y que se han transmitido de animales a humanos —ébola, SIDA, gripe aviar, etc.— con graves consecuencias durante las últimas décadas. El cambio climático está entre los tres mayores impulsores directos de la pérdida de biodiversidad junto con los cambios de uso del suelo y la explotación de especies. De esta manera, los numerosos bienes y servicios que proporciona, incluida su función como barrera protectora natural frente a posibles zoonosis a través de mecanismos reguladores que diluyen y bloquean los virus y otros patógenos, se ponen en peligro.
En concreto, el cambio climático influye de manera directa en las condiciones ambientales habilitadoras para la abundancia y distribución de patógenos, sus vectores y huéspedes, y sus medios de transmisión, afectando también a la frecuencia de los brotes. Así, la creciente evidencia científica sugiere que los brotes epidémicos o las enfermedades emergentes pueden volverse más habituales a medida que el clima continúe cambiando y se intensifiquen sus impactos sobre la biodiversidad —sequías e incendios, inundaciones, incremento del nivel del mar, acidificación y desoxigenación del océano, etc.—.
Por todo esto, actuar en favor de la mitigación del cambio climático y la transición hacia una economía descarbonizada y responsable con la naturaleza, es actuar también en favor de unos ecosistemas sanos, una población menos vulnerable y una economía más resiliente. Pese a la reducción en los niveles de contaminación a consecuencia del confinamiento y del parón económico durante la pandemia de COVID-19, la crisis climática no ha desaparecido. Por ello, para finalizar, conviene recordar que es fundamental alinear las medidas de recuperación económica con los objetivos climáticos y la sostenibilidad.