Acciones para cuidar el medio ambiente
El consumo responsable, clave para cuidar el medio ambiente
Acción social Acción climática
¿Seguro que sabes cómo cuidar el medio ambiente? Muchos creemos que llevamos una vida respetuosa con la naturaleza, pero nuestros hábitos de consumo nos delatan. Muchas pequeñas costumbres que parecen sostenibles, en realidad contaminan. Te mostramos los cinco despistes más perjudiciales para la salud de nuestro planeta.
Hábitos de consumo para luchar contra la contaminación
Si en 2050 llegamos a 9.700 millones de habitantes en el mundo, tal y como predice la Organización de las Naciones Unidas (ONU), necesitaremos casi tres planetas de recursos naturales para poder abastecernos y vivir como hasta ahora. Pero Tierra solo hay una, de ahí que cada cosa que hagamos por ella, por pequeña que sea, adquiera gran importancia.
Te descubrimos cinco prácticas cotidianas que creías inofensivas, o incluso ecológicas, y que provocan daños considerables en el medio ambiente.
Comer carne, pescado y fruta en exceso
Son alimentos imprescindibles en nuestra dieta, aunque no muy saludables para el entorno natural. La OCED indica que el 22 % de los gases de efecto invernadero (GEI) son producidos por el sector agrícola La industria cárnica, por ejemplo, afecta negativamente al uso del suelo ya que entre el 75 y el 80 % de los terrenos agrícolas del mundo se dedican a la producción ganadera. En cambio, si estas mismas tierras fueran para el cultivo de vegetales se podría obtener alimentos para 4.000 millones de personas más.
La pesca masiva tampoco ayuda al cuidado del medio ambiente, ya que degrada la biodiversidad de los ecosistemas marinos. Asimismo, para hacer un consumo responsable de fruta se recomienda que sea de temporada.
Comprar cápsulas de café y bolsitas de té
En Europa y América consumimos 60.000 millones de cápsulas de café al año según una encuesta de Craft Coffee Spot. Estas se componen en su mayoría de aluminio y plástico, un hecho que las convierte en un clarísimo enemigo del medio ambiente.
Estados Unidos, Italia y España son los países donde más se consumen estas monodosis que, además, no solemos reciclar (solo un 27 % acaba siendo reciclado), o lo hacemos mal, ya que la legislación no los considera envases y deberían depositarse en puntos de recogida especiales.
Las bolsitas de té también favorecen la contaminación ambiental: sus envoltorios son dañinos para nuestro planeta porque contienen nailon o tereftalato de polietileno (PET), un tipo de plástico derivado del petróleo. Se considera que aproximadamente un 25 % de la bolsa es plástico de un solo uso, lo cual contraviene directamente el esfuerzo de la UE contra este tipo de producto.
Por eso, es recomendable reducir el consumo de este tipo de productos y optar por alternativas más sostenibles como las cafeteras tradicionales o el té a granel.
Utilizar bolsas de papel
Creemos que por ser de papel no perjudican igual que los cinco billones de bolsas de plástico anuales que, según la ONU, utilizamos en el mundo. Pero la realidad es bien diferente: apenas se reutilizan y suelen acabar en el contenedor de la basura orgánica.
Además, el gasto energético para fabricar una bolsa de papel es cuatro veces mayor que para una de plástico y su producción requiere de mucha agua y madera, emite gases nocivos a la atmósfera y emplea químicos que contaminan los recursos hídricos y dañan los ecosistemas. Un buen sustituto para las bolsas de papel son las de algodón, resistentes, lavables y reutilizables.
Lavar con detergentes y suavizantes no ecológicos
La mayoría de jabones para la ropa son tóxicos, ya que contienen colorantes y otras sustancias contaminantes como fosfatos, tensioactivos, disolvente 1,4 dioxano o blanqueantes ópticos que no se degradan nunca. Estos elementos provocan irritaciones y alergias, contaminan el agua y dañan los ecosistemas marinos.
La huella de carbono que origina el uso de detergentes tan solo en Estados Unidos asciende a 218 kg por familia y año, a lo que habría que sumar el gasto energético de la lavadora y la secadora. La solución pasa por utilizar detergentes para la ropa ecológicos con ingredientes naturales y biodegradables.
Beber agua embotellada
Las botellas de plástico son un claro ejemplo de contaminación ambiental. Según WWF, tardan unos 450 años en descomponerse. Estos envases, de los que se venden un millón por minuto a nivel global, pueden afectar a nuestra salud por las micropartículas que dejan en el agua embotellada.
La ONG americana Orb Media analizó en 2018 el agua mineral de más de 250 botellas de marcas líderes y el 93% dio positivo en polipropileno, nailon o PET. En definitiva, la única opción responsable con el medio ambiente es beber agua del grifo o usar botellas de vidrio reutilizables.
En este sentido, la Comisión Europea presentó el 1 de febrero en 2018 una revisión de la legislación comunitaria sobre el agua potable y el acceso a ella Enlace externo, se abre en ventana nueva. destinada, entre otras cosas, a incrementar la confianza de los ciudadanos en el agua del grifo. Según prevé la institución europea, las nuevas medidas reducirán los posibles riesgos para la salud vinculados al agua potable de un 4% a menos de un 1%. Además, al disminuir el consumo de agua embotellada, la Comisión espera que los hogares europeos ahorren más de 600 millones de euros al año.