Radiación solar
Radiación solar: ¿cuál es su impacto sobre el planeta y el ser humano?
La radiación solar es aquella energía emitida por el Sol a través de ondas electromagnéticas y la vida en la Tierra depende de ella. Además de determinar las dinámicas y tendencias atmosféricas y climatológicas, hace posible la fotosíntesis de las plantas, entre otros procesos. Si quieres saber más, como qué tipos de radiación hay y cuáles son sus efectos nocivos para la salud, especialmente sobre la piel en verano, continúa leyendo.
La radiación solar es imprescindible para la vida en la Tierra, además, en la actualidad, nos permite producir energía fotovoltaica, fundamental en la lucha contra el cambio climático. Pero también tiene efectos negativos para el ser humano, como pueden ser los daños que provoca en la piel —acrecentados en los últimos tiempos por un efecto invernadero que también influye en el aumento de la temperatura media del planeta—. A continuación, explicamos en detalle qué es, qué tipos hay y cómo se produce este fenómeno.
Qué es la radiación solar
La radiación solar es la energía emitida por el Sol, la cual se propaga en todas direcciones a través del espacio mediante ondas electromagnéticas. Emitida por la superficie solar, esta energía determina la dinámica de los procesos atmosféricos y climatológicos. Además, es directa o indirectamente responsable de circunstancias de nuestro día a día, como la fotosíntesis de las plantas, el mantenimiento de una temperatura compatible con la vida y de la formación del viento —clave para la generación de energía eólica—.
El Sol emite energía en forma de radiación de onda corta y esta sufre un proceso de debilitamiento en la atmósfera por la presencia de las nubes y su absorción por parte de moléculas de gases o de partículas en suspensión. Tras superar la atmósfera, la radiación solar alcanza la superficie terrestre oceánica y continental, reflejándose o absorbiéndose. Finalmente, la superficie la devuelve con dirección al espacio exterior en forma de radiación de onda larga.
Cómo se mide la radiación solar
La radiación solar se mide en superficie horizontal mediante un sensor de radiación o piranómetro, que se sitúa orientado al sur y en un lugar libre de sombras. Los datos se recogen en unidades de potencia, vatios por metro cuadrado (W/m2), en todas las estaciones meteorológicas y tiende a hacerse en intervalos de diez minutos o de 24 horas para establecer medias. En el caso de que se quiera pasar la radiación solar de unidades de potencia a unidades de energía, los datos en W/m2 deben multiplicarse por la cantidad de segundos que comprenden diez minutos (600) o 24 horas (86.400) y el resultado será proporcionado en julios por metro cuadrado (J/m2).
Tipos de radiación solar
Según la forma en la que llega a la Tierra:
- Radiación solar directa. Este tipo de radiación es la que traspasa la atmósfera y alcanza la superficie de la Tierra sin haber sufrido dispersión alguna en su trayectoria.
- Radiación solar difusa. Es la radiación que alcanza la superficie de la Tierra tras haber sufrido múltiples desviaciones en su trayectoria, por ejemplo, por los gases presentes en la atmósfera.
- Radiación solar reflejada. Es aquella fracción de radiación solar que es reflejada por la propia superficie terrestre, en un fenómeno conocido como efecto albedo.
Según los tipos de rayos:
- Rayos infrarrojos (IR). De mayor longitud de onda que la luz visible, emiten calor y cualquier cuerpo cuya temperatura sea mayor a 0º Kelvin los desprende.
- Rayos visibles (VI). Emiten luz y son aquellos que el ojo humano percibe en forma de colores (rojo, naranja, amarillo, verde, cian, azul y violeta).
- Rayos ultravioleta (UV). Son invisibles al ojo humano y son los que inciden más gravemente sobre la piel (quemaduras, manchas, arrugas). Se dividen en tres subcategorías:
- Ultravioleta (UVA). Son aquellos que atraviesan con facilidad la atmósfera, alcanzando mayoritariamente la superficie terrestre.
- Ultravioleta B (UVB). Tienen mayores dificultades para traspasar la atmósfera. Aun así, llegan a la superficie terrestre y son los que pueden producir daños más graves en la piel.
- Ultravioleta C (UVC). Este tipo de rayos no consiguen atravesar la atmósfera, ya que son absorbidos por la capa de ozono.
El índice UV y los efectos del sol en la piel
El ser humano está expuesto a la radiación UV, especialmente a la UVA y la UVB, que puede ser peligrosa para su piel. Una de las formas que tenemos para medir las consecuencias negativas que tiene este tipo de radiación sobre las personas es el índice UV solar mundial (IUV). Dicho índice se mueve entre los valores del uno al once y cuanto más alto sea mayor será la probabilidad de sufrir lesiones cutáneas y oculares.
Entre otras consecuencias, aumenta las posibilidades de sufrir quemaduras solares, envejecimiento prematuro e, incluso, cáncer en la piel, sobre todo en aquellas personas con un fototipo más claro. Por esta razón, el IUV es un elemento importante y diferencial a la hora de concienciar a la población sobre los riesgos de una exposición excesiva, advirtiendo sobre la inminente necesidad de adoptar medidas de protección que reduzcan al mínimo los riesgos. Entre ellas, destacan:
Reducir la exposición en las horas centrales del día y, en caso de no poderlo evitar, buscar las sombras y beber mucha agua.
Usar prendas de protección, como sombreros, gorras o sombrillas, para resguardar ojos, cara y cuello, y prendas ligeras.
Usar gafas de sol de calidad, es decir, correctamente homologadas, y, si es posible, con un diseño envolvente o con paneles laterales.
Usar crema de protección solar con un factor superior a 15, aunque conviene elegirlo en función del fototipo de la piel, media hora antes de la exposición. Extender de forma abundante y repetir las veces que sea preciso.