Historia de las vacunas

La historia de las vacunas, fundamentales en la lucha contra las enfermedades

Sociedad Salud I+D+i

La irrupción de la pandemia del COVID-19 llevó a un tiempo récord de aprobación de vacunas contra dicho virus: menos de un año. Desde aquel año de encierro la Organización Mundial de la Salud ha ido aprobando varias vacunas para enfermedades que, como el COVID-19, han afectado a un gran número de personas en el mundo, por ejemplo: el ébola, la polio, la malaria, el papiloma virus y están en vías de aprobar una vacuna contra la viruela del mono (Mpox). En vista de su importancia, aprendamos un poco más sobre la historia de este hito médico que ha salvado la vida de millones de personas desde su origen y lo continuará haciendo en el futuro.

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Las vacunas son la forma más efectiva de prevenir miles de enfermedades, discapacidades y muertes al año.

Desde hace años los científicos trabajan para encontrar vacunas que nos protejan de enfermedades como la malaria, que se cobra más de 400.000 vidas al año, o el VIH.  

Sin embargo, la población también debe asumir su propia responsabilidad y es que el cambio climático y la pérdida de biodiversidad son, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), factores que multiplican el riesgo de sufrir nuevas pandemias en el futuro. Aunque el confinamiento de la población hizo descender los niveles de CO2 en un 17 %, ahora, unos años después, que ya estamos de vuelta en la normalidad se necesita un mayor compromiso para reducir esas emisiones.

Qué es una vacuna y para qué sirve

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una vacuna es cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos. Puede tratarse, por ejemplo, de una suspensión de microorganismos muertos o atenuados, o de productos o derivados de microorganismos. El método más habitual para administrar las vacunas es la inyección, aunque algunas se administran con un vaporizador nasal u oral.

Las vacunas son la forma más efectiva de prevenir millones de casos de enfermedad, discapacidad o muerte. Gracias a las vacunas, además de erradicar la viruela —en 2024 se ha celebrado el 44º aniversario—, se ha podido controlar otras como la rabia, el cólera, el tétanos, la difteria, la peste, la tuberculosis, el tifus, la poliomelitis, el sarampión, las paperas, la rubéola, la meningitis, la hepatitis A y B o la gripe. También hay vacunas contra tóxicos, como venenos de serpiente, o para alérgenos como el polen.

En los últimos años ha tomado fuerza el movimiento antivacunas, a los cuales la Organización Mundial de la Salud (OMS) los define como “un colectivo de personas que, por diferentes motivos (sanitarios, religiosos, científicos, políticos y filosóficos), creen que las vacunas y el acto de vacunarse supone un mayor riesgo para su salud que el posible beneficio que puedan aportar”.

En 2019, coincidiendo con el dramático resurgir del sarampión en todo el mundo —más de 140.000 muertes—, la OMS catalogó a este movimiento como una de las diez principales amenazas para la salud en el mundo . A raíz de la pandemia de COVID-19 en 2020 su presencia mediática aumentó considerablemente, llegando a protagonizar manifestaciones en ciudades de todo el mundo.

La OMS explica que mucha de la desconfianza alrededor de la vacunación contra el COVID-19 tenía que ver con que fue la vacuna que más rápido se ha desarrollado en la historia y un desconocimiento masivo en la materia. Esta época de duda y de intenso debate, creó un nuevo reto para las instituciones sanitarias de crear confianza hacia los procesos de inmunoprevención.

Origen e historia de las vacunas

Según un recurso educativo  elaborado por el Colegio de Médicos de Filadelfia, sociedad decana fundada en 1787, el origen de las vacunas se encuentra en China con una técnica llamada variolización. Esta técnica, que buscaba prevenir la viruela, consistía en pulverizar las costras de una persona enferma con síntomas leves para insuflarlas por la nariz de personas sanas para inmunizarlas. Se calcula que esta práctica puede tener más de mil años de antigüedad, pero el primer registro lo encontramos en varios relatos del siglo XVI.

Para la Academia Estadounidense de Pediatría (American Academy of Pediatrics), la era de las vacunas la inicia el médico Edward Jenner. El británico observó que las personas que ordeñaban vacas y contraían la viruela bovina estaban protegidas contra la viruela humana. En 1796 inoculó a un niño de ocho años fluido de las pústulas de viruela bovina y cuando, posteriormente, le inyectó el virus de la viruela humana el niño ni se contagió ni tuvo síntomas. Ya en el siglo XIX, el médico francés Louis Pasteur desarrolló la segunda generación de vacunas, entre otras contra el cólera o la rabia, e introdujo el término vacuna en honor a los experimentos con las vacas de Jenner.

En el año 2019 la OMS aprobó la vacuna contra el ébola, esta fue la precalificación más rápida en la historia de esta organización, esto se debe a los numerosos brotes y países en riesgo de esta enfermedad. La vacuna, que recibe el nombre de Ervebo y, según un estudio realizado por Médicos Sin Fronteras entre 2018 y 2020 en la República Democrática del Congo (país donde actualmente hay un brote activo), puede reducir hasta la mitad la mortalidad entre los infectados con el virus. 

Recientemente se agregó a la lista de precalificación de la OMS la vacuna contra la viruela del mono, una enfermedad que suele aparecer en países africanos, sin embargo, en 2022 y en agosto de 2024 se detectaron casos fuera de África. 

Existen dos vacunas para tratar esta enfermedad, ACAM2000 y JYNNEOS, pero que no son exclusivas de este virus, sino que fueron creadas para tratar la viruela y puede ser aplicada en estos casos. La necesidad de aprobar una vacuna exclusiva para la viruela del mono comenzó con el mencionado brote mundial en 2022, donde más de 120 países confirmaron casos de contagio del virus, y se aceleró cuando en 2024 la OMS declaró esta enfermedad una emergencia internacional de salud, a raíz de que los casos aumentaron un 160% en comparación con el mismo período del año anterior y la aparición de una nueva variante del virus. 

Desde sus inicios hasta nuestros días, las vacunas permiten prevenir decenas de infecciones diferentes. Según la OMS, solo la del sarampión salvó 23 millones de vidas entre 2000 y 2018, especialmente niños. Además, señala que con un programa de vacunación adecuado se podría evitar que 24 millones de personas caigan en la pobreza en países en desarrollo y es que, aunque la inmunización con vacunas evita de dos a tres millones de muertes al año, todavía hay casi 21 millones de lactantes en el mundo sin acceso a las vacunas básicas .

Las vacunas son herramientas poderosas, efectivas y económicas para prevenir la enfermedad, la muerte y la pobreza. Por este motivo, la OMS creó la Agenda de Vacunación 2030 con el objetivo de inmunizar y mejorar la salud de todas las personas en todos los países, para ello cuentan con la colaboración de organizaciones nacionales e internacionales, de esta manera los métodos y mecanismos utilizados se adaptan a las necesidades de cada país. 

La historia de las vacunas durante el último siglo

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Vacuna contra Tuberculosis

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Vacuna contra Difteria

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Vacuna contra Tos ferina

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Vacuna contra Fiebre amarilla

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Vacuna contra Tifus

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Vacuna contra Poliomielitis

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Vacuna contra Ántrax

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Vacuna contra Sarampión

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Vacuna contra Parotiditis (paperas)

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Vacuna contra Rubéola

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Vacuna contra Meningitis

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Vacuna contra Hepatitis B

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Vacuna contra Varicela

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Vacuna contra Hepatitis A

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Vacuna contra Enfermedad de Lyme y rotavirus

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Vacuna contra Virus del papiloma humano (VPH)

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Vacuna contra Gripe A (H1N1)

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Vacuna contra Hepatitis E

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Vacuna contra Ébola

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Vacuna contra COVID-19

  • 1921
  • 1923
  • 1926
  • 1935
  • 1938
  • 1952
  • 1954
  • 1963
  • 1967
  • 1969
  • 1974
  • 1981
  • 1984
  • 1991
  • 1998
  • 2006
  • 2009
  • 2012
  • 2019
  • 2020

Fuente: Nature, CDC, OMS.

 VER INFOGRAFÍA: La historia de las vacunas durante el último siglo [PDF]

Tipos de vacunas

El departamento de Salud y Servicios Sociales de los Estados Unidos (HHS) divide a las vacunas en cuatro tipos:

Vacunas vivas atenuadas

Utilizan una forma debilitada (o atenuada) del germen que causa la enfermedad. Dado que son muy similares a la infección natural que ayudan a prevenir, crean una respuesta inmunitaria fuerte y de larga duración. Una o dos dosis pueden proteger durante toda una vida contra un germen y la enfermedad que causa. Protege contra sarampión, paperas, rubéola, viruela, varicela o fiebre amarilla.

Vacunas inactivadas

Utilizan la versión muerta del germen que causa la enfermedad y no suelen proporcionar una inmunidad tan fuerte como la de las vacunas vivas. Es posible que requieran varias dosis con el tiempo (vacunas de refuerzo) para tener una inmunidad continua. Protege contra hepatitis A, gripe (solo vacuna inyectable), polio (solo vacuna inyectable) o rabia.

Vacunas de subunidades, recombinantes, polisacáridas y combinadas

Utilizan partes específicas del germen, como su proteína, azúcar o cápsula (una carcasa que rodea al germen) y ofrecen una respuesta inmunitaria muy fuerte. Pueden usarse en prácticamente cualquier persona que las necesite, incluso en aquellas con sistemas inmunitarios debilitados o problemas de salud a largo plazo. La única limitación es que, en muchos casos, requiere de vacunas de refuerzo. Protegen contra hepatitis B, VPH (virus del papiloma humano), tos ferina, entre otras.

Vacunas con toxoides

Utilizan una toxina (producto nocivo) fabricada a partir del germen que causa la enfermedad. Crean inmunidad a ciertas partes del germen en lugar de al germen en sí y la respuesta inmunitaria va dirigida a la toxina. Es posible que necesite vacunas de refuerzo para mantener la protección y se utilizan para proteger contra la difteria o el tétanos.