Los drones son pequeñas aeronaves pilotadas por control remoto, es decir, son vehículos aéreos no tripulados. Parecen helicópteros o aviones de reconocimiento y destacan, sin duda alguna, por sus numerosas aplicaciones.
La miniaturización ha hecho posible que los drones quepan en una mochila o, incluso, en la palma de la mano lo que les convierte en nuestro mejor aliado en las más variadas circunstancias: pueden vigilar cosechas, detectar fugas de agua, realizar seguimiento de especies en peligro de extinción, localizar personas en situación de emergencia, ayudar en la predicción meteorológica, agilizar la revisión y mantenimiento de las redes eléctricas y así un largo etcétera.
Desde el punto de vista empresarial, la revolución de los drones está transformando profundamente los principales sectores de actividad ya que asumen trabajos complejos y abaratan costes. El mercado actual de drones ha llegado a los 29,86 billones de dólares solo en Estados Unidos, con expectativas de que vaya aumentando en un porcentaje de 38,6 % por año hasta 2030. Según la UE, alcanzará los 10 billones de euros anuales en Europa en 2035.
Dron del proyecto Toma de Datos II de Iberdrola para el análisis de subestaciones, transformadores y líneas eléctricas. Locución del vídeo [PDF] Enlace externo, se abre en ventana nueva.
La legislación ya se ha adaptado a los nuevos tiempos con una ley única europea que regula este tipo de artefactos y un mapa por países de las zonas donde un dron puede volar. No obstante, para poder hacerlo hay que cumplir con una serie de normas. Es necesario registrarse como operador, formarse como piloto y tener un seguro de responsabilidad civil, además de cumplir con diversas normas de vuelo y de lugares donde esté permitido su uso.
Estos pequeños genios aéreos ya están preparados para ayudarnos en las más variadas misiones: