Transición justa
La transición justa, clave para el cumplimiento de los objetivos climáticos y la generación de prosperidad
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La lucha contra el cambio climático es uno de los principales retos a los que se enfrenta el planeta. Para minimizar su impacto negativo, el objetivo es alcanzar una economía climáticamente neutra en el año 2050. La transición hacia ese modelo implicará cambios estructurales con un fuerte impacto sobre determinadas regiones, áreas y colectivos. Para no dejar a nadie atrás, dicha transición debe ser justa.
El cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París supone avanzar en una senda de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero hasta alcanzar unas emisiones netas nulas en 2050. El fin es contener el calentamiento global en un máximo de 1,5 ºC y minimizar los efectos negativos sobre los ecosistemas, la economía y la sociedad en su conjunto que ya se están produciendo. Una reducción alineada con este escenario —implicaría disminuir en 2030 un 45 % las emisiones respecto a 2010— exigirá importantes cambios estructurales que afectarán a todos los sectores de la economía y en particular supondrán la eliminación progresiva y robusta de los combustibles fósiles —carbón, petróleo, etc.— del mix energético.
Qué es la transición justa
La necesidad de acelerar la acción climática y optimizar sus beneficios otorga una vital importancia al concepto de transición justa: implica la puesta en marcha de las políticas y los marcos de diálogo social necesarios para avanzar en la transición ecológica y no dejar a nadie atrás, generando prosperidad para el conjunto de la sociedad desde un enfoque inclusivo, protegiendo adecuadamente a los trabajadores y generando empleos de calidad. Este marco de acción debe identificar oportunidades y trabajar de forma colectiva para abordarlas, vinculando a agentes tan diversos como trabajadores, gobiernos nacionales y regionales, empresas, inversores, ONG, etc.
La transición estará cargada de nuevas oportunidades: impulso a las energías renovables, nuevos servicios de movilidad, modelos agroalimentarios más sostenibles y resilientes, industrias de mayor valor añadido, etc. Pero también supondrá la desaparición o disminución progresiva de algunos sectores —por ejemplo, la minería del carbón—. Los impactos, por tanto, serán desiguales, afectando particularmente a determinadas regiones, áreas y colectivos. Pese a ello, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se muestra optimista en su informe Perspectivas sociales y del empleo en el mundo , que señala que los cambios en el uso y producción de energía para lograr el objetivo de los 2 °C pueden generar alrededor de 18 millones de empleos en el mundo
La transición justa en los acuerdos y organismos internacionales
La importancia de la transición justa en la lucha contra el cambio climático y el marco de las relaciones laborales ha sido reconocida a nivel internacional por los principales tratados y organismos multilaterales:
- El Acuerdo de París, alcanzado en COP21 en 2015, reconocía ya en su preámbulo "la necesidad de tener en cuenta los imperativos de la transición justa en la fuerza laboral para la creación de empleo decente y de calidad en línea con las prioridades de desarrollo definidas nacionalmente". Cuatro años después, también en el marco de las negociaciones climáticas —COP24 de Katowice—, se aprobó la Declaración de Silesia [PDF] por la que muchos gobiernos se comprometían a incorporar en sus políticas todos los aspectos sociales y laborales vinculados a la descarbonización de la economía.
- Otro hito internacional muy relevante fue la adopción en 2015 por el Consejo de Gobierno de la OIT de las Directrices sobre transición justa hacia economías y sociedades ambientalmente sostenibles [PDF]. Su objetivo es promover y supervisar un marco de políticas nacionales y orientar la acción de los agentes sociales. Se destaca la necesidad de combinar distintos tipos de políticas —macroeconómicas, industriales, sectoriales, sociales y laborales— y se incluye entre los objetivos la creación de empleo decente en toda la cadena de suministro de la economía.
- La transición justa forma parte de los conceptos habitualmente manejados en organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Programa Nacional de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) o la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC).
La transición justa en la actualidad
La transición justa está muy presente también en las políticas económicas y climáticas de los países de nuestro entorno. A destacar el caso europeo, donde en diciembre de 2019 se lanzó la agenda verde de crecimiento más ambiciosa del mundo, el Pacto Verde Europeo —que situaba la neutralidad climática a 2050 como objetivo central— acompañado de un Fondo de Transición Justa [PDF] para apoyar a aquellas regiones que podrían sufrir impactos negativos por la aceleración hacia una economía libre de emisiones. La respuesta europea a la crisis económica y social provocada por el coronavirus ha reforzado dicha apuesta: en el reciente Plan de Recuperación presentado por la Comisión Europea los recursos destinados al Fondo de Transición Justa han pasado de 7.500 millones de euros a más de 40.000.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea
La transición hacia una economía climáticamente neutra no debe dejar a nadie atrás
La multipolaridad y complejidad de las actuaciones en materia de transición justa hacen necesario adoptar un enfoque colaborativo a la hora de implementar soluciones. De ahí que las principales estrategias puestas en marcha en países como España o Francia apuesten por plataformas de colaboración como los Convenios de transición justa o los Contratos de transición ecológica respectivamente. Un ejemplo de este tipo de colaboraciones es la Plataforma de Innovación de Lada y Velilla.
Estos marcos suelen agrupar a un conjunto de agentes sociales para implementar soluciones que sirvan para revitalizar económicamente un área geográfica que se ha visto especialmente afectada por la transición ecológica. Pese a su corta vida están mostrando resultados relativamente positivos, con experiencias interesantes de creación de empleo en áreas como las energías renovables o el desarrollo de tejido industrial vinculado a energías limpias.
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