Renovables y cambio climático

Juntos en la revolución de las energías renovables

Fecha

Septiembre de 2020

Tiempo de lectura

Aproximadamente 2 minutos


Jonathon Porritt

Ambientalista y cofundador de Forum for the Future

El mundo está en llamas (literalmente) a causa de la aceleración del cambio climático y también lo está el mundo de las energías renovables (metafóricamente) en respuesta a dicha aceleración. Cada vez son más las personas que han entendido lo primero; muy pocas parecen entender lo segundo.

En 2016, poco antes de su inesperada muerte, el principal asesor científico del Departamento de Energía del Reino Unido, Sir David McKay, calificó la sugerencia de que la energía solar, la eólica y otras energías renovables podían abastecer al Reino Unido como "un engaño lamentable".

David McKay era muy buena persona, pero no tenía ni idea de la energía renovable. Simplemente no lo veía. Y, a día de hoy, seguramente habrá muchos más que, como él, se sorprenderían si vieran que el porcentaje de electricidad renovable del Reino Unido alcanza ya un tercio y que en el primer trimestre del año ha llegado sorprendentemente al 47 %. España lo está haciendo aún mejor y se espera que llegue al 70 % en 2030.

Esto es ya una revolución imparable que afecta a todos los países del mundo y que muchos responsables políticos aún no han asimilado. En 2018, el informe anual de Lazard sobre el coste nivelado de la energía incluía este párrafo, muy infravalorado: "Hemos llegado a un punto de inflexión en el que, a veces, es más rentable construir y explotar nuevos proyectos de energía alternativa que mantener las plantas convencionales existentes".

Al no estar subvencionado, el carbón lleva ya muchos años sin poder competir con la energía solar o eólica a gran escala. Y las turbinas de gas de ciclo combinado pueden competir, pero porque no están obligadas a pagar el coste total de sus emisiones de gases de efecto invernadero, una subvención escondida masiva que pronto los gobiernos tendrán que resolver. Ni siquiera la nueva energía nuclear está al mismo nivel, y eso que solo se tambalea porque un pequeñísimo número de gobiernos mal aconsejados (incluido el Reino Unido) considera correcto derrochar miles de millones de euros del dinero de los contribuyentes en estos elefantes blancos.

 

Afrontar la emergencia climática

Cada vez hay más gente que se preocupa enormemente por la emergencia climática que estamos viviendo, y así debería ser. Yo resumiría la ciencia climática actual diciendo: "todo está yendo a peor, en todo el mundo, mucho más rápido de lo que pensamos que sería posible". Razón de más para que la gente se entusiasme con la revolución de las renovables que está gestándose en su entorno e inste a sus gobiernos a que incorporen este tipo de energías (y las tecnologías asociadas, como el almacenamiento, la eficiencia, las redes inteligentes, etc.) a sus planes de recuperación pos-COVID-19.

Hay mucho apoyo por parte de las ONG, empresarios e inversores, pero no veo mucho entusiasmo por parte de los ciudadanos. Es hora de que despierten, porque seguro que les animaría.

Aunque parezca mentira, apenas estamos en los primeros compases de la revolución de las energías renovables. El coste de la energía solar va a seguir disminuyendo, año tras año, con un importante margen de mejora de la eficiencia de conversión en el futuro, por ejemplo, con la célula híbrida de perovskita y silicio. Pero yo apuesto a que la energía eólica es la que más está haciendo, sobre todo la eólica marina. El informe Offshore Wind Outlook 2019, de la Agencia Internacional de Energía, pronostica con seguridad que el sector de la energía eólica marina generará un billón de dólares para 2040 y destaca la importancia de las turbinas eólicas flotantes instaladas en alta mar. Un informe publicado recientemente del Consejo Mundial de la Energía Eólica apunta a que la generación marina podría llegar a pasar de los 29 GW actuales a más de 230 GW en 2030. El país en el que más crezca será China (pasará de los escasos 6,8 GW de hoy a más de 50 GW en 2030), seguida por el Reino Unido, con 40 GW, y los Estados Unidos, también con un fuerte crecimiento.

Incrementando nuestra participación

Y todo eso para 2030 (vamos a necesitar todos y cada uno de estos gigavatios para producir las enormes cantidades de hidrógeno verde que el mundo va a necesitar cada vez más) y no solo en el sector de la generación de electricidad, sino también en la fabricación de acero y cemento, en los vehículos pesados, en las redes de gas con menos emisiones de carbono y, quizás, en la aviación sostenible. Y ese hidrógeno tiene que ser verde. Yo, personalmente, no creo que el "hidrógeno azul" (que utiliza gas en el proceso de electrólisis para producir el hidrógeno y además recoge y almacena carbono) llegue a ser económicamente viable a gran escala.

Solo confío en que este sea el tipo de debate que inspire la próxima Semana del Clima de Nueva York, que coincidirá con el quinto aniversario de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Algo que ya sabemos con certeza sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible es que es imposible que alcancemos los 17 objetivos si no somos capaces de evitar la potencial historia de terror que supondría perder el control sobre el cambio climático. Y la primera -y mejor forma- de evitar esta historia de terror es que los gobiernos den rienda suelta a esta revolución de las energías renovables.

* El último libro de Jonathon Porritt Hope in Hell, un impactante toque de atención sobre la emergencia climática, ha sido publicado por Simon Schuster en junio de 2020

Jonathon Porritt es un ambientalista de dilatada trayectoria y un eminente escritor sobre desarrollo sostenible. Como reconocimiento, en el año 2000 recibió el CBE (Commander of the Most Excellent Order of the British Empire) por sus servicios a la protección del medio ambiente. En 1996 cofundó Forum for the Future, una organización que trabaja en asociación con empresas, gobiernos y sociedad civil para acelerar el cambio hacia un futuro sostenible.

Artículo publicado en la edición número 3 de Shapes en septiembre de 2020.