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La lluvia ácida es una de las consecuencias de la contaminación atmosférica. Los gases procedentes de la quema de combustibles reaccionan con el oxígeno del aire y el vapor de agua, transformándose en ácidos que se depositan sobre la superficie terrestre a través de las precipitaciones. Esta acidificación del suelo y de las aguas superficiales tiene efectos devastadores sobre los ecosistemas y supone un grave peligro para los seres vivos.
La transición hacia una economía descarbonizada no solo es fundamental para frenar el cambio climático, sino que también es un motor de crecimiento económico con potencial para crear millones de empleos verdes. Hablamos de trabajos directamente destinados a proteger el medio ambiente o de aquellos que buscan minimizar el impacto sobre la salud del planeta.
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En nuestros mares, que según Greenpeace reciben 200 kilos de basura por segundo, existen islas de plástico flotante que cuadruplican el tamaño de California. Esta realidad, tan peligrosa para la salud del planeta, ha inspirado tres iniciativas repletas de ingenio para limpiar los océanos. Conócelas, ¡te sorprenderán!
El calentamiento global está provocando que se derritan glaciares y grandes masas de hielo. El nivel medio del mar ha subido una media de 3,2 mm/año desde 1993. Este fenómeno resulta catastrófico para islas y regiones costeras.
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La contaminación atmosférica no es la única que tiene efectos perjudiciales para los seres vivos del planeta. La contaminación acústica, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es uno de los factores ambientales que provoca más problemas de salud. Solo en Europa, según la Agencia Europa del Medio Ambiente (AEMA), causa al año 12.000 muertes prematuras y 48.000 nuevos casos de cardiopatía isquémica.
El cambio climático amenaza el futuro de nuestro planeta, pero aún estamos a tiempo de adaptarnos a él y mitigar sus efectos. A continuación, repasaremos las medidas que se están planteando y viajaremos en el tiempo para contar cómo será el mundo que frenará el calentamiento global.
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Inauguramos la central hidroeléctrica de Baixo Iguaçu —Paraná, Brasil—, que suministra energía renovable a un millón de personas gracias a una capacidad total instalada de 350 MW. Esta instalación colabora activamente en el mantenimiento del equilibrio de las aguas y garantiza la fuerza de las famosas cataratas del Iguaçu.
La educación ambiental para niños debe comenzar en la escuela. El destino del planeta está en sus manos y es importante que desde pequeños aprendan a racionalizar los recursos y a aportar su granito de arena en la lucha contra el cambio climático. En este difícil examen se juegan un mundo mejor, más sostenible y habitable.