La importancia de los parques urbanos
Parques urbanos, mucho más que el 'pulmón' de las ciudades
Ayudan a combatir la contaminación, favorecen la biodiversidad en el núcleo de las grandes ciudades y facilitan el control de la temperatura y la humedad. Las zonas verdes en el seno de las metrópolis son, además, un importante elemento de cohesión social. El concepto del parque urbano como espacio abierto para disfrute de los ciudadanos surgió en el siglo XIX, pero su importancia es tal que marca la configuración de las urbes en todo el mundo.
¿Qué es un parque urbano?
La idea de los parques urbanos entendidos como lugar de solaz, recreo y disfrute comunitario tiene su nacimiento —al menos en Europa y Estados Unidos— en el siglo XIX, y proviene del llamado movimiento higienista. En plena Revolución Industrial, en la que la cifra de población de las grandes urbes se había disparado, el día a día de un altísimo porcentaje de los ciudadanos estaba marcado por un bajo nivel de calidad de vida, de condiciones insalubres, y por un acceso muy restringido, si no imposible, a áreas con arbolado o vegetación.
Así, esta corriente de pensamiento fue la primera en relacionar dos conceptos que marcan, hoy en día, la nueva construcción en cualquier urbe: zonas verdes y bienestar físico y psicológico.
El arquitecto Joseph Paxton diseñó en 1843 en Liverpool, Inglaterra, el que se considera el primer parque urbano del mundo construido para uso público y, sobre todo, financiado con fondos públicos: Birkenhead Park. El ejemplo inglés fue pronto seguido por otras grandes capitales. En París, Napoleón III ordenó abrir a los ciudadanos el Bois de Boulogne y el Bois de Vicennes. Carlos III ya había permitido el acceso al público a efectos recreativos a los jardines del Palacio del Buen Retiro, y el parque pasó a ser de titularidad municipal a mediados del siglo XIX. Al otro lado del Atlántico, en Nueva York, un artículo del Evening Post defendía en 1844 la necesidad de crear en la isla de Manhattan "un extenso terreno para la sombra y el recreo".
Áreas verdes en oposición a las fábricas en la época de la Revolución Industrial, zonas de recreo o caza para la aristocracia, acantonamientos militares... Esos son respectivamente los motivos primigenios de la creación de Birkenhead Park (Liverpool), Tiergarten (Berlín) o Chapultepec (Ciudad de México). Los orígenes de los parques urbanos son diversos, pero su delimitación y posterior mantenimiento han marcado —y marcan— la historia y la vida diaria de las ciudades en las que se encuentran y, también, de sus habitantes.
El parque como centro de la vida urbana
Ese artículo fue el principio del fin de la concepción de Manhattan tal y como se había planificado en 1811: un enjambre de viviendas organizadas en una especie de malla que cubría la isla en su totalidad. Finalmente, y ante la popularidad que habían adquirido los parques urbanos en las décadas siguientes, el proyecto de Central Park fue aprobado en 1857.
La creación y adecuación de grandes zonas verdes se ha convertido en una constante en la agenda de los gobiernos locales de ciudades de todos los tamaños, especialmente desde la invención del automóvil. En ello tiene que ver el término isla de calor urbana, nombre con el que se conoce a la modificación climática no intencional por la cual tanto el aire como la superficie de las metrópolis sufren un aumento de la temperatura —respecto a zonas no urbanizadas— por factores como el tráfico rodado, las calefacciones, el uso de materiales como el cemento o el asfalto, etc.
Los parques urbanos —ya sean históricos o de reciente diseño— son una de las opciones más sostenibles para combatir esta isla de calor y la contaminación: el arbolado y la vegetación, además de producir oxígeno, ayudan a regular la temperatura y la humedad. Como beneficios añadidos, reducen la radiación ultravioleta y el ruido del tráfico rodado y la maquinaria, y son una suerte de oasis para especies tanto vegetales como animales. Y, también, para los ciudadanos: son el lugar perfecto para relajarse, practicar deporte y, en muchos casos, albergan edificios e instalaciones de gran valor histórico y cultural.
Historia y modernidad: Zonas verdes para todos
Un gran número de parques urbanos actuales surgen a partir de la iniciativa de gobernantes de hacer públicos jardines previamente propiedad de la aristocracia, la realeza o el ejército. Tal es el caso del famoso Tiergarten berlinés, cuyo nombre significa textualmente jardín de animales, y que fue un coto de caza de la nobleza prusiana. El Bosque de Chapultepec, que domina la Ciudad de México, ha sido a lo largo de su historia morada de virreyes y acuartelamiento militar, entre otros, y hoy sus 686,05 hectáreas de terreno permiten a los ciudadanos del DF disfrutar de tres lagos, el Museo de Arqueología capitalino y el reconocido Castillo. Una importante vida cultural tiene también el Parque Lage, en Río de Janeiro, cuya localización privilegiada a los pies del Corcovado hacen de él uno de los centros de la vida carioca.
VER INFOGRAFÍA: Las ciudades más verdes del mundo [PDF]
La existencia de lagos y una notable variedad de fauna y flora es una constante en los espacios verdes de carácter histórico en todo el mundo. Creado en 1865, Vondelpark en Ámsterdam alberga en 48 hectáreas de terreno más de 4.400 árboles y 127 especies animales que conviven con actividades culturales constantes a lo largo de todo el año. En Vancouver, Canadá, Stanley Park es uno de los mejores ejemplos de parque ribereño del mundo: 405 hectáreas y 200 km de senderos e islas con excelentes vistas a la ciudad.
Replicar elementos de valor cultural como los del Parque Güell (Barcelona), del maestro Gaudí, o el Santuario Meiji —en Tokio, prácticamente embebido en el japonés parque Yoyogi— es imposible, pero el diseño de nuevas soluciones en la creación de zonas verdes en las grandes urbes ha aprehendido las bases de los parques históricos e incorpora elementos novedosos y sorprendentes. Jardines verticales, esculturas gigantescas y sostenibles, enormes zonas arboladas en áreas de oficinas... Todo ello en busca de un aire más limpio y de ofrecer al ciudadano un lugar verde donde lograr el bienestar físico, pero también psicológico. Porque los parques urbanos son, por su configuración y espíritu, mucho más que el pulmón de las grandes metrópolis.