EL ORIGEN DEL DÓLAR
Muchas palabras guardan historias fascinantes. Dólar es una de ellas y desde su nacimiento ha crecido y evolucionado como testigo y reflejo del progreso de la humanidad.
A principios del siglo XVI la economía europea crecía pujante y necesitaba monedas de plata de mayor peso y valor. Las minas de Joachimsthal, en la actual República Checa, ofrecían plata en abundancia para acuñarlas e, incluso, les puso nombre: thaler. La palabra se adaptó a otros idiomas: tálero en español, daelder en neerlandés y dollar en inglés.
Carlos I de España y V de Alemania dominaba vastos territorios de Europa. Mantener tal imperio exigía frecuentes campañas militares que pagaba con las monedas de plata, los reales, extendiéndolas así por todo el continente. En su reverso lucían la divisa del emperador, símbolo de su poder: las dos columnas de Hércules con la leyenda Plus Ultra.
Una moneda de referencia
La dinastía de los Borbones apostó por el desarrollo de las Indias acuñando en 1728 un nuevo real: el real de a ocho. Pronto se convirtió en la moneda más apreciada en todo el mundo, siendo aceptada como medio de pago en lugares tan lejanos como Japón. En la recién fundada ciudad de Nueva York era de uso común y la conocían como Spanish dollar.
Cuando los nuevos Estados Unidos, ya independientes, acuñaron en 1792 sus propios dólares tomaron como modelo los reales españoles y las columnas de Hércules con su leyenda se simplificaron en el símbolo del dólar ($).
Esta y otras historias fascinantes muy poco conocidas por el gran público forman parte de la exposición La Memoria Recobrada que se podrá ver en la planta 25 de la Torre Iberdrola de Bilbao hasta el próximo 2 de julio de 2017.
